El cambio cultural en caso de un triunfo libertario

(Mario Albera) La victoria de Javier Milei en el balotaje de este domingo supondría no solo un cambio de raíz en la política económica de la Argentina, sino también un cambio cultural. 

Esto es porque los libertarios desembarcarían al poder de la Nación con su librito ideológico, es decir un relato propio ubicado en el polo opuesto a la narrativa escuchada en 16 de los últimos 20 años de kirchnerismo puro.

Muchas de las ideas ventiladas por los libertarios aturden por lo estrafalarias y disruptivas. Por caso, Javier Milei llega al extremo de negar el cambio climático. No está solo en su postura. Más de un centenar de científicos en el mundo niegan la gravedad de la crisis climática y exculpa a las actividades humanas de la misma. Los negacionistas sostienen que el cambio climático es un proceso del ciclo natural, que el dióxido de carbono (CO2) forma parte de la vida y su impacto en la atmósfera es mínimo.

Axel Kicillof tildó al libertario de “terraplanista económico que cree que la sociedad no necesita Estado”. Terraplanismo​ es el nombre de la creencia de que la superficie de la Tierra es plana en lugar de esférica. Un concepto arcaico.​​​ Nunca escuché a Milei negar la superficie redonda de la tierra, pero el gobernador bonaerense usa esa figura retórica para asociarlo a la extravagancia. 

Milei defendió en entrevistas periodísticas la libre portación de armas y un mercado de órganos humanos. En su defensa argumentó que estaba haciendo una reflexión filosófica sobre esos temas, pero preocupa escuchar estas palabras en un diputado nacional con chances de ser presidente de la Nación.

Dirigentes del espacio también siembran aversión con sus declaraciones. La diputada electa Lilia Lemoine dijo que presentaría un proyecto para que los padres puedan renunciar a la paternidad porque hay mujeres que “pinchan los forros” para tener hijos. Diana Mondino, posible canciller de un gobierno de Milei, comparó al matrimonio igualitario con tener piojos. Una forma de llamar “piojosos” a los homosexuales. 

La mayor exponente del relato libertario, es la candidata a vicepresidente, Victoria Villarruel, quien niega el terrorismo de Estado de la dictadura militar, la condena de los crímenes cometidos y los juicios democráticos contra los represores. La diputada nacional busca erigirse en portavoz de las víctimas de la guerrilla setentista, ensalzada durante 20 años de kirchnerismo explícito. Villarruel desconoce el pacto democrático fundado entre la sociedad y los principales partidos políticos, basados en el rechazo a la violencia y la aplicación de políticas de memoria, verdad y justicia para los crímenes de la dictadura militar.

No es un tema menor el pensamiento de la candidata a vicepresidenta porque los temas de seguridad, defensa e inteligencia nacional serían manejados por ella en un eventual gobierno de Milei. En este marco, la diputada libertaria propuso hace pocos días desarmar el  Museo de la Memoria que funciona en el mayor centro de detención y exterminio de la dictadura, la Esma, desde 2015. “Son 17 hectáreas que podrían ser disfrutadas por todo el pueblo argentino”, dijo, desconociendo que el Museo fue declarado en setiembre pasado como Patrimonio Cultural y Natural de la Humanidad.

Tampoco es menor su pensamiento sobre la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Hace poco confesó que en el partido piensan en “reabrir la discusión” sobre el aborto legal y hasta comentó que hay mujeres que “están abortando chicos a término”. El aborto “se termina estirando al infinito”, dijo sin más sustento que su declamación y desconociendo que los abortos son legales dentro de las primeras 14 semanas de gestación y más allá de ese plazo -como ya estaba previsto en el Código Penal desde 1921- cuando corre riesgo la vida o la salud de la mujer y en caso de que la gestación sea producto de un abuso sexual o una violación. Además, las estadísticas oficiales muestran que aproximadamente el 95% de los abortos voluntarios ocurren antes de la semana 12 de embarazo. Es decir, son abortos al inicio del embarazo y no a término como afirma peligrosamente Villarruel.

Campaña de miedo

Estas ideas antidemocráticas, autoritarias y extravagantes, que expresan Milei, Villarruel y compañía, son aprovechadas por la campaña electoral de Sergio Massa para infundirle miedo a la población sobre los riesgos de votar al libertario. 

La campaña se basa en amplificar, tergiversar y usar tendenciosamente las ideas de la derecha libertaria para evitar que los electores independientes e indecisos voten afirmativamente por el libertario. En esa guerra por los votos de cara al balotaje, el comando de campaña del candidato de Unión por la Patria no tiene escrúpulos en utilizar a niños (aunque sean actores) en spots publicitarios exponiéndolos a las barbaridades dichas por Milei como panelista televisivo.   

Desde el massismo acusan a los libertarios por portar “discursos de odio”, algo que el kirchnerismo explotó muy bien con su narrativa violenta contra el periodismo independiente, los “piquetes de la abundancia” (el campo)”, y “los pelotones de fusilamiento” ( los jueces que investigan a Cristina) Massa le pide a Milei que se disculpe ante el Papa Francisco por su descalificación de decir que “es el maligno en la Tierra”, obviando que Néstor y Cristina Kirchner presionaron a jueces para que enviaran en 2010 a la cárcel a Jorge Bergoglio por considerarlo un activo colaborador de la dictadura cívico-militar. “Algunos en el Gobierno querían ‘cortarme la cabeza'”, reconocería con los años Francisco, refiriéndose al gobierno kirchnerista.

Cambio cultural

Entiendo que si Milei gana el balotaje, será el presidente políticamente más débil en 40 años de democracia. 

Además de tener un Congreso de la Nación adverso, su partido creado hace solo dos años no tiene presencia territorial en intendencias y gobernaciones. Si bien tendrá el respaldo de algunos legisladores de Juntos por el Cambio, carecerá de la fortaleza política suficiente para aprobar las reformas que plantean un cambio económico y cultural radical.  

¿Cuál es el peligro, entonces? Que las ideas fuerza de un libertario empoderado en la Casa Rosado cobren capilaridad en la sociedad. En la previa al balotaje de este domingo, muchos de los votantes de Milei, además del voto esperanza, exponen el argumento del caos como motivación. “Que se pudra todo de una vez”, dicen los electores alineados con el discurso anarco de Milei, al expresar su bronca y hartazgo por un sistema político tradicional corrupto y excluyente.  

El discurso “pro militar” de Villarruel seguramente profundizará las viejas antinomias sobre la violencia de los setenta y volverá a traer el pasado al presente. Tanto manoseo de los derechos humanos por el kirchnerismo y tanta reivindicación romántica de Firmenich y compañía, que terminaron anidando el huevo de la serpiente. 

En materia sanitaria, el discurso “pro vida” de Villarruel puede significar un retroceso. No hace falta que se derogue la ley del aborto legal y gratuito para restringir el acceso a métodos anticonceptivos o los fármacos para la interrupción voluntaria del embarazo en los centros de salud del país. Basta la instalación de un discurso dominante anti-abortista para conseguirlo. 

Ideas como la libre portación de armas, aunque no se plasmen legalmente, su sola mención y defensa habilitan la justificación de un discurso de mano dura y de justicia por mano propia ajeno al Estado de Derecho. En la actualidad, ya asombra la cantidad de armas entre la población y el ajusticiamiento entre ciudadanos como para promover más violencia armamentística. 

El kirchnerismo, como fundador de la grieta ideológica en Argentina, sembró discordia y violencia discursiva contra el que piensa distinto. Esto impregnó la cultura nacional en los últimos 20 años: la lógica, exasperada, del amigo-enemigo llevada a todos los planos de la cotidianeidad. Massa promete enterrar la grieta si es presidente y enarbola un discurso de convivencia democrática, pero su reputación en materia de verdades provoca desconfianza. Si el libertario no pasa un psicofísico, lo mismo Massa el polígrafo.  

Milei, Villarruel y compañía, apuestan a cambiar no solo el rumbo económico, sino también cultural a través de una nueva narrativa que emerge desde el resentimiento y la bronca por la putrefacción de lo conocido. Espero equivocarme.

 

 

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