El campo se mira su ombligo, mientras los argentinos resistimos el ajuste devaluatorio

(Mario Albera) Según el artículo 200 de la ley ómnibus, los productos que hoy no tienen derechos de exportación pasarán a tributar un 15%.  Se trata del trigo, el maíz y la carne. El gobierno nacional eliminó en las nuevas modificaciones enviadas al Congreso a los productos de las economías regionales pretendían ser gravados. 

 En el caso de la soja, el grano seguirá con el 33%, pero el Gobierno propone subir la alícuota del 31 al 33% para la harina y el aceite. O sea, para los derivados o subproductos. 

A pesar de haberse reunido con actores de diversos sectores del campo y de haber ampliado a 36 el número de productos de las economías regionales que quedarán exentos de derechos de exportación, el Gobierno de Javier Milei sigue sumando críticas por su intención de mantener y en algunos casos aumentar la alícuota para los principales cereales y oleaginosas y para la carne. 

Tanto las gremiales del campo como algunos de los Gobernadores de las provincias de la Zona Núcleo se pronunciaron claramente en contra de esa iniciativa incluida en la Ley Ómnibus que el Gobierno pretende aprobar esta misma semana en el Congreso.

Las entidades del campo tienen como principales defensores de sus reclamos a los gobernadores de las provincias agropecuarias. Estos actúan como si fueran sus gerentes o CEO de sus tierras. 

Por caso, el gobernador de Córdoba, Martín LLaryora, es uno de los que encabeza la negativa a aprobar la ley ómnibus si el gobierno no recula en materia de retenciones. Considera que se trata de un impuesto que “castiga al que exporta” y favorece que se “primarice la economía”.

Desde Federación Agraria, como también desde Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) plantearon: “Nos vemos decepcionados, que después de tantos años se siga insistiendo con recetas que ya están probadas y que fracasaron, las retenciones no bajan el precio de los alimentos, todo lo contrario, limitan la producción“, afirmaron.

Milei mismo no cree en los impuestos; le parece una carga coercitiva del Estado sobre la libertad individual, pero en un país en emergencia como lo está la Argentina considera importante los ingresos del campo para alcanzar la meta del déficit cero este año. Necesita engrosar las reservas negativas del Banco Central con lo que recaude por retenciones de la futura cosecha de granos. 

Mediante la devaluación de 120 por ciento del tipo de cambio, el Gobierno elevó la recaudación del campo que pasó a exportar de un dólar a 500 pesos a un dólar de 840 pesos, un 40 por ciento más. 

Es decir que mientras el grueso de la población resiste el costo de la brutal devaluación del peso, con alimentos y combustibles más caros por ejemplo, el campo usufructúa las ventajas de un tipo de cambio más competitivo para exportación. De modo que siendo como está el país en emergencia, este sector productivo debería hacer un esfuerzo excepcional en el convencimiento de que a cargo del país hay un presidente que comulga con el credo liberal que ellos practican y que más temprano que tarde eliminará las retenciones.

Así como se critica a los Gordos de la CGT por defender sus intereses corporativos ante una reforma laboral pensada para la creación de empleo, el campo debería levantar la vista de su ombligo y mirar el costo que debe pagar la gente por un tipo de cambio más alto y competitivo.  

Raro, que como creador y “campeón” de los derechos de exportación agropecuarios, el kirchnerismo no exprese su apoyo a Milei al menos en este caso.

  

 

 

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