La Argentina navega en un yate a GNC
(Mario Albera) Mientras el exjefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde, se pasea por el balneario top de Marbella con la modelo Sofía Clerici a bordo de un yate de lujo, los argentinos navegamos a duras penas en una embarcación similar pero propulsada a Gas Natural Comprimido (GNC)
Arriba de este yate nacional y popular, el cuarenta por ciento de pobres surfea la ola inflacionaria a diario y busca atajos de supervivencia para esquivarle al hambre y contrarrestar los efectos de la devaluación y la pérdida fenomenal del poder adquisitivo.
A Insaurralde, todo esto le chupa literalmente un huevo. Como exponente de lo peor de la política, se creyó impune (“El poder es impunidad”, sentenció el empresario postal Alfredo Yabrán en los noventa) y extasiado al mismo tiempo por un “demonio” femenino curvilíneo y costoso.
Solo el alquiler diario de ese yate de lujo costaría unos 11 mil euros (equivalente a 4 millones de pesos). El reloj Rolex 17.000 dólares. Las siete carteras Louis Vuitton, 33 mil dólares. El anillo de Bvlgari 10.700 euros. Y la pulsera Cartier casi 13.000 euros.
Todos estos artículos exclusivos -regados con champagne y los mejores mariscos- serían los regalos de lujo del intendente de Lomas de Zamora en uso de licencia mostrados por Clerici en sus posteos de Instagram luego eliminados.
La pregunta del millón es de dónde habría sacado Insaurralde el dinero para esos exorbitantes regalos cuando en su declaración jurada de 2022 reveló que no tenía cuentas ni en dólares ni en euros, y solo afirmaba poseer depósitos bancarios por 600 mil pesos.
Y de dónde habría sacado también los 20 millones de dólares que le habría costado su divorcio con Jesica Cirio, según una versión periodística que se investiga.
Esto lo deberá dilucidar la justicia. Por lo pronto, fue imputado de lavado de dinero junto a Clerici y le inhibieron los bienes. Pero como la justicia siempre posee el don de defraudarnos, veremos como se desenvuelve en este caso. Mientras tanto, las denuncias penales llueven. “Se nos ríe en la cara”, dicen en la oposición. La selfie en primer plano de ambos disfrutando o del trasero de la Clerici demuestra una falta de empatía total.
En su programa “Odisea Argentina” del último lunes que se emite por LaNación+, el brillante Carlos Pagni anticipa que un origen del presunto enriquecimiento ilícito de Insaurralde habría que rastrearlo en la regulación del juego de bingos y casinos en la provincia bonaerense.
No juren que es delito
El caso Insaurralde renueva la desconfianza y el escepticismo de la sociedad sobre lo que los políticos declaran tener. “Es la casta, estúpido”, nos diría Javier Milei. Más que casta, que es sinónimo de inmovilidad, lo de Insaurralde es revelador de la movilidad social ascendente del peronismo, sobre todo para sus dirigentes.
Salvo honrosas excepciones, las declaraciones patrimoniales de la dirigencia política son reveladoras de que el nivel de vida privado que algunos como el bonaerense se arriesgan a exhibir no se condice con lo que juran declarar en público.
El caso es tan grotesco como los bolsos de José López, ex secretario de Obras Públicas del kirchnerismo, revoleados a las tres de la mañana a un convento de General Rodríguez con 9 millones de dólares. O un hijo de Lázaro Báez en la financiera “la Rosadita” contando cinco millones de dólares y brindando con whisky y habanos. O el enriquecimiento ilícito de Ricardo Jaime, exsecretario de transporte de Néstor Kirchner, quien compró mediante testaferros un avión y un yate valuados en 5 millones de dólares.
Reacción oficial
Axel Kicillof, gobernador de la provincia de Buenos Aires, tiene a favor no ser Báez, López o Jaime. Su perfomance como ministro de Economía de la Nación lo revela la pesada herencia tras la caótica estatización de YPF (ver fallo judicial multimillonario en contra del país) Pero no puede ser sospechado de corrupto. De todos modos, ante el caso Insaurralde se hace el zota: “Me entere por los medios”, dijo, siendo que el lomense no solo era su jefe de Gabinete, sino también su jefe de campaña para sus aspiraciones de reelección, que ahora reciben un disparo ¿mortal?
El candidato presidencial, Sergio Massa, dijo que Insaurralde “pagó” con su renuncia al cargo de jefe de Gabinete y a la candidatura a concejal de Lomas de Zamora el costo de sus obscenas vacaciones. Pero con cinismo, descargó contra la modelo Clerici y el momento en que el caso explota, insinuando una operación electoral en su contra orquestada por la mujer. Le brotó el machirulo de adentro.
El presidente ceremonial, Alberto Fernández, dijo algo así como que “no todos somos lo mismo”. Es decir, “no todos somos Insaurralde”. Claro que la ineptitud es tan peligrosa como la corrupción.
La condenada por defraudación al Estado, la vicepresidenta Cristina Kirchner, nada dijo hasta el momento. Lo mismo su hijo, el diputado nacional Máximo Kirchner. Ambos serían los autores intelectuales del nombramiento de Insaurralde en la jefatura de Gabinete de Kicillof, como remedo a la derrota en las elecciones legislativas de 2021. El remedio, ahora, resulta fatal.
El yate de lujo alquilado supuestamente por Insaurralde para vacacionar en Marbella con una escandalosa modelo se llama “Bandido”. El nombre nos ahorra el calificativo y sintetiza perfectamente la calaña del personaje.
En la foto aparece Insaurralde, rodeado por Massa y Kicillof.