La concentración de los alimentos en unas pocas empresas también explica el terror de precios

Luego del salto devaluatorio del peso por el nuevo valor del dólar a 800 pesos, el gobierno de Javier Milei vive un incipiente éxito en el sentido de que ha logrado “domar” a la divisa norteamericana, pero pierde en las góndolas porque los precios de los alimentos en los supermercados aterrorizan a la población. 

Luego del desmantelamiento de los ineficaces controles de precios de la Secretaría de Comercio, las empresas formadoras de precios se han sentido liberadas para remarcar de forma salvaje y sin razonabilidad alguna. Tanto es así, que supermercados y mayoristas han rechazado las listas de precios elevadas por las fábricas proveedoras de los alimentos. 

El descontrol de precios, por lo tanto, es el resultado no solo de la elevación del piso devaluatorio, sino también de la existencia de un mercado alimenticio concentrado en pocas manos desde hace años en el país.  

Una nota publicada por el portal del diario Ambito Financiero donde informaba de la aceleración del precio de los alimentos de febrero de 2022 mencionaba dos estudios de firmas privadas dando cuenta de la concentración en el mercado alimenticio. 

Al respecto, desde el Observatorio para el Desarrollo Provincial (ODeP), una ONG conformada por profesionales de distintas disciplinas que se desempeñan tanto en el sector público como privado, elaboraron un informe en el que graficaron con cifras la situación. Según su relevamiento, en el país tres empresas concentran el 91% de la producción de aceites; tres compañías el 85% de la producción de azúcar; sólo una es la responsable del 79% de la fabricación de fideos; dos empresas acaparan el 82% de la producción de harina; dos reúnen el 98% del total de las gaseosas; y sólo una concentra el 70% de la producción de leche.

“Este nivel de concentración no es producto de uno o dos años, es un proceso de décadas. Y que se da a nivel global. Se produce la concentración, tanto en la producción como en la comercialización. Y esto produce la exclusión de productores y, vía precios, la exclusión de muchos consumidores que ven imposibilitado el acceso a determinados alimentos. Y eso se ve reflejado en los indicadores de pobreza e indigencia”, explicó Javier Cernadas, uno de los autores del informe.

Los nombres 

En la misma línea, el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) realizó un informe en el que analizó la “concentración en la cadena de comercialización en la Argentina”. “La existencia de empresas con posiciones dominantes en sectores de consumo esencial no sólo se constituye como un importante condicionante para la determinación de los precios en las góndolas, sino para el conjunto de la cadena de producción y comercialización”, señaló el informe.

“Considerando la inflación como un fenómeno multicausal, la concentración no es su causa unívoca, pero sí puede ser un factor adicional muy determinante. No solo incide directamente en la formación del precio final que pagan las y los consumidores, sino que opera de manera indirecta sobre otros factores, como los márgenes de rentabilidad de los distintos eslabones de las cadenas productivas”, destacó otra parte del estudio.

A modo de ejemplo, el relevamiento del CEPA (con información referida al año 2016), indicó que el 74% de la facturación de los productos de las góndolas se correspondía a sólo veinte empresas.

Por otro lado, al analizar los distintos sectores, desde CEPA señalaron que en el período comprendido entre el 2016 y el 2019, tres firmas (Mastellone, Sancor y Danone) explicaron casi el 75% de la facturación del rubro lácteo. En cuanto al segmento de bebidas sin alcohol, tres empresas (Coca-Cola, ADA y Pepsico) se repartían el 85% de la facturación del sector. En el rubro productos refrigerados y congelados, tres firmas (BRF, Swift y Molinos Río de la Plata), se repartieron el 60% de la facturación total. En tanto, en aceites, las empresas Molinos Ríos de la Plata, Molinos Cañuelas y Aceitera General Deheza, explicaron el 90% de la facturación.

Al analizar el impacto de este tipo de concentración en los precios, Hernán Letcher, director del CEPA, señalaba a Ámbito: “La estructura oligopólica ‘per se’ no implica que pueda existir un proceso inflacionario. De hecho, en otros países no necesariamente sucede esto. Lo que sí les permite esa estructura a los oligopolios es un fuerte margen para administrar quién gana y quién pierde, sobre todo en procesos de tensión de precios. Y eso, no sólo afecta al consumidor final vía incremento de precios, sino también hacia adentro de la cadena”.

En ese sentido, la aplicación de la Ley de Góndolas, que entre otros aspectos fomenta una distribución equitativa en las góndolas de los distintos proveedores, podría ser de utilidad pero el gobierno de Milei pretende derogarla porque no cree en estos mecanismos de control de precios. 

 

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