“La feria es un descontrol y el Estado debe ayudarnos a recuperar la plaza para los vecinos”, dice Aldo Ortega

Cables tendidos peligrosamente, decenas de garrafas esparcidas, ropa colgada en los tejados, autos estacionados dentro del anillo, basura acumulándose, servicio gastronómico sin control alimentario, en fin… la feria de vendedores ambulantes de Villa El Libertador es hoy la postal del “descontrol” para los nuevos miembros del Centro Vecinal del barrio consagrados por lista única. 

Con ese diagnóstico bajo el brazo, la flamante comisión buscará recurrir al Estado para exigir controles que redunden en una reorganización de la feria y en beneficios para que las familias de la Villa puedan volver a disfrutar el único espacio relativamente verde con juegos para los niños.  

La infraestructura de la plaza fue recuperada en la gestión de Llaryora como intendente, y si bien la gestión actual de Passerini, a través de Políticas Sociales colabora con la organización de los puestos, es insuficiente para hacer valer la autoridad ante el caos de puestos de venta.  

“No miden el peligro de que exploten garrafas”, dice Aldo Ortega a modo de ejemplo. “Es una plaza para los niños, sabemos que es un momento difícil para la economía, pero tiene que haber un orden”. 

Y afirma: “Nuestra misión es velar por el interés de los vecinos que tienen derecho a disfrutar la plaza”.

Ortega asumirá su tercer mandato discontinuado como presidente del Centro Vecinal y sostiene que el actual panorama de la feria “es un descontrol” debido a “los abusos” observados domingo a domingo. “No se puede vender con el auto arriba de la plaza. ¿Cómo vas a colgar la ropa en el tejido?”. 

Admite el atractivo de la feria como hecho económico y cultural, pero dice que “así como hay derechos, hay obligaciones”, que hoy no se estarían respetando.

En este sentido, buscarán insistir ante el Estado municipal por más controles para reubicar a los puesteros, porque varios de ellos -entienden- volvieron a avanzar sobre la plaza, recortando el espacio de disfrute familiar. Además, sostienen que tampoco se respetan los horarios de apertura y cierre, y que los feriantes sean del barrio y de otros sectores de la ciudad.  

“Hay feriantes que tienen local en su domicilio y venden en la plaza. Hacen veinte años que venden porque así se ahorran dinero, como pagar un alquiler”, plantea, crítica, Natalia Carballo, participante de la nueva comisión. 

Mónica Barrera, ex miembro de la última gestión vecinal y con pretensiones de colaborar con la entrante, planteó la problemática de los vecinos que trabajan de noche y los fines de semana deben adivinar la parada de colectivo por cambio de recorrido por la feria, que no se informa. “Es un caos, porque  con la inseguridad que hay, el transporte hace lo que quiere”, agrega Alejandra Molina. 

Un ejemplo del caótico panorama del transporte por la feria es ver a los colectivos circular a contramano por las calles. 

Colectivo circulando a contramano en la rotonda de la plaza

Otras prioridades

Otra de las problemáticas actuales del barrio es el estado de las calles, muchas de ellas destrozadas por falta de mantenimiento y, según el consenso generalizado, también como consecuencia del deficiente asfaltado tras la obra de cloacas.  

“Con Llaryora se vio un avance  total respecto de la gestión de Mestre, pero esta gestión se vino muy abajo y retrocedimos”, describe Ortega, quien señala que insistirán con la apertura de una mesa de diálogo con las autoridades para tratar las distintas problemáticas. 

“Si bien las cloacas hacían falta, la obra no fue controlada ni supervisada”, afirma Carballo, quien como empleada del CPC promete trabajar a la par de la comisión. 

“Las calles están detonadas y no hay acompañamiento de la gestión. Nosotros pondremos voluntad y ganas para hacerlos escuchar, pero se necesitan recursos”, dice Molina.  

“Hay un sector de la Provincias Unidas que cuando hicieron las cloacas nunca la asfaltaron”, aporta Eve Olmos. 

“El barrio se disfrutaba más antes de las cloacas, porque se hizo mal la obra”, dice, polémico, Diego Acosta, empleado de la Unidad Ejecutora Zona Sur. “El CPC está haciendo pero lo que tienen que entender los vecinos que abarca 70 barrios. Estamos saturados, yo ando todo el día arriba del camión y no damos abasto con los reclamos”, justifica Ramón Bocelli, empleado del Centro Operativo 6, ex miembro de la gestión vecinal saliente y próximo tesorero de la entrante. 

Por último, Ortega planteó la problemática de las conexiones domiciliarias de las cloacas, donde el Estado municipal se había comprometido con solventar parte de las mismas y hasta había iniciado un relevamiento, pero todo está en suspenso. 

“Va a traer problemas las conexiones domiciliarias porque cada uno la hace a su modo y todo se empezará a desbordar”, pronostica el vecinalista. 

Jair Cardona, miembro de la comisión, revalida lo dicho por Ortega. “Cuando llegó el momento de realizar la conexión los que venían por el municipio desaparecieron”. 

 

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