Passerini echó al funcionario municipal acusado de hurtar bondiola en un súper de zona sur
El intendente Daniel Passerini desvinculó de su cargo en la Secretaría de Deportes a Guillermo Kraisman, exconcejal pejotista acusado de robar mercadería en un supermercado de la zona sur.
“En cuanto se enteró, chequeó la información y avanzó en la desvinculación”. Así confirmaron desde Prensa de Gobierno la decisión de Passerini de echar de la gestión al histórico puntero del peronismo cordobés de la seccional 12.
Su nombre fue retirado velozmente de la web municipal. Hasta hace unas horas seguía apareciendo como Director General de Promoción de Clubes Sociales y Deportivos, un cargo de 2 millones de pesos mensuales de sueldo.
Kraisman es acusado de intentar robarse un blister de bondiola, jamón crudo, un pote de mermelada y un frasco de vidrio de cereza, en un hecho sucedido el sábado pasado en el Mariano Max de avenida Vélez Sarsfield, en barrio Irupé.
El parte policial indicó que cuando fue descubierto, el funcionario agredió a un efectivo de la Policía de Córdoba.
Kraisman quedó detenido y sería imputado de “tentativa de hurto”, un delito que el artículo 162 del Código Penal reprime con prisión de un mes a dos años.
Hurtar es según el Código “apoderare ilegítimamente de una cosa mueble, total o parcialmente ajena.” Es distinto a robar, donde ya se emplea la violencia contra algo o alguien para apoderarse de la cosa.
El acusado ya registraba antecedentes por hechos delictivos.
En el 2006 había sido suspendido de la banca en el Concejo Deliberante acusado por lesiones, amenazas y robo de energía.
Años después, al volver a la actividad política, fue denunciado por robar energía eléctrica del Club Avellaneda de Córdoba, institución que preside o presidía.
“Tiempo después también quedó envuelto en una serie de acusaciones que estaban relacionadas con entradas a los teatros de Carlos Paz y al Concejo Deliberante. Este año (por 2020) se enfrentó a golpes de puño con empleados municipales en el momento más complicado del conflicto entre el Ejecutivo y el Suoem”, aseguró el medio Perfil Córdoba.
Pese a este prontuario, Kraisman seguía gozando de los privilegios “de casta”, o sea reservados a la clase política, en los últimos años como secretario de bloque en el Concejo Deliberante y actualmente como funcionario municipal.
Luego del vergonzoso hecho del sábado, la situación de Kraisman era insostenible y su futuro, inevitable. “No hay lugar en el Gabinete para estos personajes”, confió una fuente municipal a La Décima.
Sin embargo, el histórico puntero pejotista de la seccional 12, sobrevivió a los vaivenes personales y políticos desde De la Sota y Schiaretti hasta ahora.
Según la Ordenanza N° 10754 (Código de Ética para el ejercicio de la función pública en el ámbito de la Ciudad de Córdoba, los empleados y funcionarios municipales están obligados a “desempeñarse con honestidad, integridad y buena fe”.
Y dentro de sus deberes generales y particulares, figuran el de “observar frente al público, en el servicio o fuera de él, una conducta correcta, digna y decorosa, acorde con su jerarquía y función”, y además, “ser celoso custodio del dinero, documentos y todos los otros bienes correspondientes al dominio público o privado del Estado Municipal, evitando las erogaciones o el uso indebido de los mismos”.
¿Qué celo republicano podría esperarse en el manejo del dinero de los contribuyentes de alguien acusado de cometer un delito ruin y rastrero, como hurtar mercadería de un supermercado y, encima, no conforme con eso intentar agredir a la autoridad al ser descubierto in fraganti?