Salen en defensa de la organización de Urkupiña: “Las comideras venden bien”
Una puestera allegada a la organización de Urkupiña salió en defensa de los precios estipulados para poder vender este fin de semana en la festividad.
La defensa sale en respuesta al malestar de puesteros de comida típica que decidieron no vender este año por las tarifas fijadas. “Es una locura, un abuso”, denunció ayer la puestera Pamela Olivera en una nota en este sitio.
Cristina Condorí, también puestera y pareja de un miembro de la organización, le salió al cruce para decir que “no entiende a las personas que se quejan o hablan mal porque siempre se pagó para poder trabajar”.
Y en el caso de Olivera, atribuyó su enojo, no a los altos precios, sino a diferencias personales con los organizadores.
“El año pasado, ella no quiso levantar el puesto en el horario establecido”, denuncia Condorí, y por este motivo, se produjo un altercado personal entre familias.
Aun admitiendo que siempre se pagó, Olivera había cuestionado el aumento de las tarifas para poder vender. En este sentido, los precios fijados por la comisión son: 20 mil pesos para los puestos este viernes, y 30 mil y 45 mil pesos para los puestos chicos y grandes, para este sábado.
“Los precios pueden debatirse, no hay imposición”, argumenta Condorí. Sin embargo, Olivera y otras personas más plantearon lo contrario: que no hay discusión, y aquel en desacuerdo, es desafectado de la lista para el año próximo.
“Eso tampoco es cierto”, dice Condorí. Además de apuntar que pese al aumento -el año pasado se cobró 14 mil pesos por los puestos grandes- las comideras siguen siendo rentables.
“Todos los puestos trabajan bien ese día. Si no trabajaran bien, no vendrían ¿no te parece? Nadie está obligado a venir, eso está en cada uno”, dice la pareja de Jorge Vargas, hijo de Rosell Vargas uno de los miembros fundadores de la festividad que hace 39 años se celebra en Villa El Libertador.
Para comprar, precisa que un plato de chicharrón con maíz blanco y papas, este año costará 9 mil pesos.
En cuanto a las críticas de que el comité organizador no rinde cuentas de sus actos y del destino de la recaudación, Condorí promete que luego de la fiesta “se realizará una reunión para rendir dónde va la plata”. Mencionó a la iglesia Nuestra Señora del Trabajo como uno de los destinatarios de la recaudación como actor protagónico de la celebración religiosa.
La polémica es porque el Estado provincial y municipal solventa los gastos de logística como seguridad, bomberos, ambulancias, inspectores de tránsito, escenario, luces y vallado de calles, entre otros.

Pero Condorí puntualiza gastos de publicidad y folletería para difundir el festejo entre instituciones y vecinos. Aunque una fuente dejó trascender que los volantes o el costo de los mismos habría sido afrontado por funcionarios políticos allegados al festejo.
“Además, con lo recaudado se compran las “chuspas” o bolsas de aguayo”, como souvenir para entregar a los invitados, según apunta.
Respecto al cobro del uso de baños químicos que aporta gratuitamente el Estado, argumenta que “se cobra para pagar su limpieza”.
“Lleva tiempo organizar esta fiesta, no es fácil. Por eso me da pena que muchos hablan y creo que no saben cómo se hizo esta fiesta para que cada año sea más numerosa”, dijo por último, Condorí.