Tiene a sus niños “llenos” de ronchas y el pozo del patio rebalsado de excremento

Es el caso de Lorena Corvalán, una joven mamá de Villa El Libertador preocupada por la salud de los niños

“Hace cuatro semanas que vengo con este problema. Tengo a mis dos nenes y a mi sobrina brotados con ronchas y granos en todo el cuerpo. El médico del hospital de Niños me dijo que es por una bacteria y cuando le conté si podía ser por la materia fecal del pozo que tengo reventado en el patio, me dijo que sí”.

Quien habla es Lorena Corvalán (35), vecina de la calle Piedra Pintada 371, en Villa El Libertador, que decidió hacer público su caso porque está preocupada por la salud de sus hijos y porque dice haber escuchado casos similares en la escuela.

Dos de los hijos de Lorena -Ian, de 5 años, e Isaac, de 4- y una sobrina –Francesa, de 3- tienen los cuerpos brotados con urticaria que les provocan picazón y una necesidad constante de rascarse.

“¡Ay, me duele!”, rezonga Ian, cuando la mamá busca mostrarnos las llagas ocultas entre el cuero cabelludo. Las otras, son visibles.

“Isaac hace un mes que está brotado. Empezó con un granito, pero después le empezó a salir en todo el cuerpo, contagió al hermano, a mi sobrina y a mí”, relata Lorena al recibir a La Décima en su casa.

En cambio, Ian empezó con un dolor de cadera. “Yo pensé que era por un calambre o apéndice pero en el hospital de Niños me dijeron que tenía agua en la cadera. El médico me dijo que es por una bacteria –no recuerdo el nombre- que puede entrar por boca, nariz, oído o una lastimadura. Le conté si podía ser por la materia fecal del pozo y me dijo que sí”, cuenta.

Agrega que “por el dolor de la cadera le recetaron Ibuprofeno. Con el remedio, Ian se compuso pero después le empezaron a salir las ronchas como a Isaac. Y hace una semana que está así”.

Lorena también tiene ronchas en el brazo. “¡No sabés cómo pica!”.

Para el tratamiento de la infección bacteriana, está tomando Cotrimoxazol en jarabe que le dieron en el centro de salud de barrio Comercial. Le dieron un frasco por 100 ml para 10 días para cada niño. “Pero llevo tres días y ya casi no tengo más”, dice Lorena.

También usa una crema para la piel que le recetaron, pero le preocupa el rebrote de las llagas.

Contexto

Jorge Corvalán (56) cuenta que “desde hace un año y medio” que deben desagotar el pozo “cada 15 días” por la altura de las napas.

Al pozo convergen los líquidos de la vivienda familiar principal, donde Lorena vive con sus padres, y los de la casa del fondo del patio, donde vive su hermana.

Es en un sector crítico de la zona de emergencia ambiental: entre el Canal Maestro Sur y la calle Villa María.

“Es una casa que tiene un buen encadenado pero hace dos años que se fue partiendo”, cuenta mientras señala las paredes. Defensa Civil relevó el lugar y dejó un papel para recurrir a Desarrollo Social.

Los yuyos del patio ocultan un “colchón” de agua servida por el derrame del pozo. Al descorrer la madera, se ve que el agua amarronada a menos de una mano de la superficie.

“El patio era un billar de lo lindo que estaba el césped”, rememora Corvalán. “Al menos te podías sentar a tomar mates”, agrega su esposa Margarita Bustos.

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