Un vecino de Villa El Libertador con un corazón de león

(Mario Albera) Permítanme correrme de la realidad dura de las noticias para hacer un agradecimiento. El destinatario es Ismael Cativa, vecino de la calle Barranquilla, de Villa El Libertador. Ayer sufrí un percance en el barrio, y el primero en salir a auxiliarme fue él.  

Cativa sorprende por su gratitud y hombría de bien. Fue el promotor de La Décima desde el minuto uno. Su boca a boca fue más eficaz que cualquier estrategia de marketing. Luego de 15 años de permanencia en la zona sur, Cativa sigue promocionando y recomendando el periódico con el entusiasmo del primer día y como si fuera propio. Lo es: parte de esas páginas le pertenecen.  

Lo destaco por ello, pero más por su humanidad. Su compañerismo, palabra de aliento y abrazo fraterno, fueron vitales para atravesar el mal trago del percance. Su compañía fue clave para no sentirme solo y aturdido. 

Empleado gráfico del diario Comercio y Justicia, Cativa es un vecino ejemplar. Siempre inquieto y comprometido con la realidad social del barrio. Y osado para soñar: de su bolsillo, solventó la ampliación de su vivienda para que funcione con un fin social. 

Su compañerismo es desinteresado. Jamás pide nada a cambio, salvo una foto que guardará como postal para su facebook personal. 

En el barrio tengo centenares de conocidos. Nunca me fue fácil cosechar amigos en la vida, pero con Cativa no hace falta esfuerzo alguno, porque el lazo se construye con naturalidad. Su corazón de león te hace fácil quererlo. 

Cativa: ¡gracias por honrarme con tu amistad eterna! 

 

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