Vecina de Villa El Libertador: sufrió violencia de género y escribe para mitigar el dolor
Estela Peralta es una vecina de Villa El Libertador, pero sobre todo, es un ejemplo de resiliencia.
Resiliencia es el proceso humano de adaptarse bien a la adversidad, a un trauma, tragedia o situación de tensión extrema.
Estela sufrió violencia de género de su expareja y del mayor de sus cuatro hijos, y tuvo la fortaleza espiritual para afrontar esos eventos y lograr mitigarlos a través de la literatura. Porque escribe para exorcizar los fantasmas, esos demonios internos por dolores pasados que buscamos sortear para salir de ellos, no solo vivos, sino más fuertes.
Confiesa que le interesaba hablar con nosotros para “visibilizar que se puede seguir adelante” aunque sientas que la vida te desborda.
Cuenta que tuvo dos sostenes: la religión y el arte de escribir. “La literatura siempre estuvo conmigo desde chica, siempre me apasionó, pero desde que tuve muchos problemas fluía mucho más”.
Cuenta el infierno con su hijo mayor adicto. La violencia sufrida, el saqueo para conseguir drogas y una vida prácticamente de insomnio hasta caer preso. “Recién ahí, pude empezar a dormir de noche, porque antes era imposible”, dice.
Sobre la adicción, apunta: “Veía que tenía un problema pero no me daba cuenta porque mi hijo siempre tuvo un carácter difícil y trataba de ver qué era lo que le pasaba”.
Empezó a frecuentar terapia para “entender los comportamientos de mi hijo, por qué provocaba la ira y los problemas en casa, y cómo la droga afecta el cerebro y la parte fisiológica”.
Precisa que el secreto “es aprender a pedir ayuda porque de la adicción y la violencia no se sale solo”. Y esclarece su idea: “Se piensa que es la persona adicta la que primera debe cambiar, pero no: hay que empezar por nosotros para entender lo que pasa”.
Después estaba la lucha constante por persuadirlo a iniciar un tratamiento. Como es mayor, se necesita su consentimiento. “Pero era una pelea diaria porque lo primero que hacen es negar todo”, dice.
En un mes, saldría en libertad. Y el deseo de Estela, como madre, “es que las cosas sean diferentes” a partir del reencuentro. Pero todo es incertidumbre. “Siempre le pido a Dios por él”.
Respecto a su expareja, también le costó terminar con el círculo vicioso de violencia por miedo. “Miedo de quedarte sola y de cómo hacer para mantener a tus hijos, hasta que pensás que te puede matar y recapacitas”, dice.
En un punto, “te da vergüenza, no podes creer todo lo que aguanté por los hijos”. Pero en su caso pudo salir y, de a poco, reconstituir su vida.
“Hoy estoy bien y fuerte”, dice. “Hice terapia muchos años en el Polo de la Mujer”, y eso le sirvió para empezar a dejar atrás las desventuras padecidas.
En ese proceso de adaptación a su nueva vida, aprendió a tejer, asistió como acompañante a víctimas de violencia familiar y se convirtió en operadora terapéutica en adicciones. Una forma de convertir el dolor en esperanza.
Fortalecida, se reencontró con lo que más ama: escribir. En este sentido, participó de dos libros de antología de cuentos y poesías de diferentes autores del país.
Aquí, uno de sus poemas: Lágrimas en las sombras
Otra noche de penumbras tratando de enmudecer a la angustia encarcelada que me ahoga el alma / batallando contra todos, sin darme por vencida, aun siento la fe, aun late la esperanza / creo en imposibles, contigo me alcanza / me rodea una espesa oscuridad / se siente el frío de la maldad / arrogante la muerte se pasea queriéndome atrapar / pero aún en este infierno siento tu presencia y perfume, siento que vive mi corazón / lágrimas en las sombras, donde nadie veía nada, solo tus ojos buenos y tu abrazo incondicional / lágrimas en las sombras, cuando todo parecía terminar, me tendiste la mano y me ayudaste a luchar.
Los interesados en comprar el libro o acceder a sus servicios de tejedora y cuidadora de pacientes, comunicarse al 3518 55-1207