Voto espanto: Polígrafo versus Psicotécnico

(Mario Albera) Existe un consenso generalizado que los argentinos llegan al balotaje decisivo para elegir presidente entre dos opciones que no entusiasman. Por el contrario, generan un sentimiento negativo de rechazo con gusto a espanto. En este caso, se votaría no a favor de sino en contra de. Por el que menos espanto genera. ¿Quiénes son los espantadores?

De un lado, el candidato oficialista, Sergio Massa, acusado por su adversario de “panqueque”, “mentiroso” y “fullero” (calificativo prestado de Cristina Kirchner) ¿Hace falta decir por qué? Porque durante años estuvo diciendo que le gustaría ser presidente para “meter preso a los ñoquis de La Cámpora” y terminó aliado a los ñoquis. 

Del otro lado, el candidato opositor, Javier Milei, acusado por su adversario de “demente”, “loco”, “desquiciado”. ¿Hace falta decir por qué? Porque sus apariciones como panelista televisivo y candidato lo muestran desencajado, perdiendo los estribos emocionales. 

En consecuencia, tenemos a un Massa que no superaría un detector de mentiras (polígrafo) y a un Milei que no pasaría un test de salud mental (psicotécnico) Ese es el dilema en cuanto a personalidades: un mentiroso y un iracundo, seriales. 

En su defensa, Massa podría decir que “uno tiene derecho a cambiar de opinión”, sobre todo en política. Frente a las acusaciones, Milei dice que “lo que separa a un loco de un genio es el éxito”. Ergo: si gana la elección dejarán de verlo como un loco para empezar a verlo como un genio.  

Pero como los diagnósticos personales pueden pecar de simplificadores y moralistas, hay que ver lo que representa cada uno como emergente del estado actual de las cosas. 

En la calle se miente por supervivencia, pero en política resulta irritante. Menos se espera esto de un presidente. Porque como ilustra la poesía ricotera “violencia es mentir”. La mentira sistémica puede ser tan violenta como un loco suelto. 

Respecto a la locura, es el emergente del descreimiento y bronca social. Una calle salvaje y la gente enloquecida por la inflación, la inseguridad y la corrupción, establecen las condiciones para un candidato iracundo. Y la ira puede ser tan destructiva como reparadora de una injusticia.  

Demagogia vs derecha

Para el analista y consultor Eduardo Fidanza, la batalla en términos políticos se libra entre “la derecha recargada” y “la inagotable demagogia peronista”.  

Massa (la demagogia peronista) “privilegia la actividad por sobre la inflación, haciendo experimentar a la población que, si bien el dinero vale cada vez menos, circula, permite rebuscársela, consumir y acceder a empleos, aunque sean precarios y mal pagos”. “Conforma lo mínimo y solo cuentan las oportunidades del día, que hay que aprovechar antes de que se esfumen. No es un proyecto de vida, es una estrategia de supervivencia”.

Milei (la derecha recargada) tiene “una noción dogmática del equilibrio fiscal, proyecta desmontar el Estado y mercantilizar los vínculos sociales, a lo Thatcher”. Expresa el “mercado sin nación”.

Fidanza concluye que se trata de “la división irreconciliable entre república (Milei) y pueblo (Massa)”. “Se trata de una república vaciada de contenido y de un pueblo empobrecido y sin futuro”, afirma.

También agregamos el factor Miedo, instalado obscenamente por Massa en la campaña. Infundir el miedo a Milei en el votante indeciso e independiente. “Es mejor malo conocido que malo por conocer”, parece decirnos. El libertario podría contestar con palabras de Andrés Calamaro: “Podemos elegir entre algo distinto o más tiros en los pies”, posteó el músico en apoyo a Milei. 

En síntesis: Massa: mentiroso, demagogo, inflación, consumo, empleos precarios, sensación ficticia de estar mejor, continuidad y miedo al cambio. Milei: inestable, iracundo, verdad, ajuste, república, mercado, Estado desmontado y esperanza por un cambio distinto. 

Dios juega a los dados con nosotros. 

 

  

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