El dueño de la pelota

Ignatius Reilly, exclusivo para La Décima. 

Melena rubia revuelta a lo Rod Stewart. Cuando jugaba en la sexta de Chacarita como guardavallas. Admirador del Pato Fillol, no era talentoso, pero suplía esa falta natural con tripa, corazón y contracción a los entrenamientos.   

Como todo arquero, es el dueño de la pelota. Y hoy, como presidente en ejercicio, más que nunca. Logró lo que no pudo como futbolista: jugar en Primera.  

El Javo es el DT dentro del campo de juego que es la política vernácula, un espectáculo entre impúdico y surrealista. Cuida la caja, como cuidaba los palos por entonces. Su estrategia es el déficit e inflación cero, y la táctica aplicada es el ajuste feroz. A cara de perro. ¡Total!, se puede seguir tirando de la paciencia popular asqueada de tantos ladris, vagos y fiesteros que habitaron la Rosada. Un presidente trabajador, honesto y eficiente en lo económico, sobra para soñar en grande. 

Al ser el dueño del balón, los demás jugadores se rinden a sus pies. Calladitos, educaditos, a mendigar obras y billetes. Pero a falta de zanahoria, hay látigo. Azote a sus pretensiones y deseos. Es que el “no hay plata”, ya es un jingle nacional. El nuevo Padre Nuestro. Porque hasta los gastadores seriales del antiguo régimen, lo recitan. Javo logró lo impensado: hacer popular la motosierra. 

Los tiene a raya a todos: gobernadores, empresarios y sindicalistas, algunos de los cuales hasta aceptan negociar convenios colectivos de trabajo. Ni Menem se atrevió a tanto. Y Javo disfruta como pocos, haciéndole bullying a la casta, rosquera, privilegiada y acostumbrada a los vicios del toma y daca nacional. El trueque sigue, pero con reglas propias.  Porque “el Estado (mínimo) soy yo”.   

Todos los indicadores macroeconómicos le sonríen. Confiado en la reactivación del año próximo, por el repunte del consumo y de los salarios. Si esto sucede, las urnas lo consagrarán y afianzarán su poder de fuego legislativo, al menos para bloquear las mayorías eventuales que fantasean con el helicóptero. Por ahora, sufren de anorgasmia y la ven pasar.    

Y eso que se declaraba como un político inexperto. ¡Menos mal! Con su convicción implacable, los tiene domados a todos. O como le gusta decir en la intimidad: “Los tengo agarrados de los huevos”. 

Encima, el planetario parece alineársele. Un amigo en la Casa Blanca es una buena noticia para sus planes de reforzar las reservas del Central. Aunque todo está por verse con Donald, impredecible y temperamental como él.  

Mientras tanto, los demás padecen y a veces desesperan, ansiando que los habiliten a jugar. Pero como la pelota no se mancha, y el arquero es el único autorizado a tocarla con la mano dentro del área, se adueña de su control mientras el resto se come el amague.    

 

 

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