Muerte en el Neonatal: “Hoy enterré a mi hija, cuando podría tenerla viva en la incubadora”

El 2 de abril pasado, este medio reveló el caso de Fernanda Duarte (35), madre de cinco niños menores de edad y vecina del barrio cooperativo Arpeboch (Calle 4, Lote 2, Manzana G), ubicado al fondo de Villa El Libertador. 

Fernanda denuncia una presunta mala praxis en el hospital Neonatal de la Provincia de Córdoba. Asesorada por una abogada, le dice a La Décima que su caso se encuadraría en el delito de “violencia obstétrica”. 

La denuncia es porque su hija Umma Jéssica Contreras nació muerta el 30 de marzo. Y esto porque el hospital Neonatal de Córdoba habría incumplido la cesárea programada para el 23 de marzo tras ser derivada desde la Nueva Maternidad. 

Este viernes, Fernanda enterró a su hija en el cementerio San Vicente en el marco de una escena marcada por el dolor, el llanto y los gritos de impotencia por el momento vivido en el Neonatal.   

“Sigo dolorida, no puedo caminar mucho, sigo con puntos. Me han hecho cesárea, ligadura, y me han dejado, digamos, hecho percha. Tengo todos los brazos moreteados. Tengo que tomar medicamentos para calmar los dolores. No puedo dormir. Me duele todo”, es lo primero que dice al recibir a La Décima en su casa en el barrio cooperativo Arpeboch. 

“Hoy (por el viernes pasado) enterramos a nuestra hija,  me largué en llanto, creo que me he ido… recuerdo que me tiré al piso, no me quería venir, tuvieron que ayudar a levantarme. Mi marido también empezó a gritar y a tirar cosas”. Y agrega: “En ese hospital mataron a mi hija porque no hicieron la cesárea programada para el 23 de marzo”.

Fernanda vuelve a contar en primera persona lo padecido hasta que le entregaron a su hija muerta.  

“Me interné en la madrugada del 22 de marzo en la Nueva Maternidad. Me dejaron en el servicio obstétrico. Me ponen la primera inyección para los pulmones de la bebé. Ese mismo día,  me pasan a piso. El sábado 23, a la madrugada, me aplican una segunda inyección y a la tarde me avisan del traslado al Neonatal porque sí o sí debían hacerme una cesárea, programada, porque tenía bilirrubina y ácidos biliares altos por el tema de la colestasis, que es un veneno para los bebés. 

“No entiendo cómo en la Maternidad Nueva no había camas para el niño prematuro, no sé la razón del traslado al Neonatal. A mí me dijeron que el traslado era por falta de camas, siendo que es un hospital nuevo. 

“Me trasladan el 23. Cuando llego al Neonatal, me sacan sangre y me dicen que habían bajado los ácidos biliares, que estaba bien, que se escuchaba bien la bebé, y por esa razón no me hacen la cesárea. Pero mi hija tendría que haber nacido el 23. Por más que fuera prematura, a mi hija la hubiera tenido viva, pero hoy tuve que enterrarla. 

“El 24 me pasan a piso. Del 24 al 26 tuve contracciones fuertes. Me pasan al centro obstétrico. Me hacen una eco; me dicen que estoy de 36 semanas y que no me la podían sacar porque era prematura. Les rogaba, por favor, que me sacaran a la bebé. Pero no: ellos decían que estaba bien y que era muy prematura, mientras seguía con dolores y contracciones. 

“Me vuelven a pasar a piso. Ya el sábado 30 de marzo, a la madrugada, me despiertan para darme antibióticos, y me volví a dormir. Al ratito, me levanté para el baño y vi que estaba perdiendo flujo con sangre. Como pude levantarme, me fui a buscar a las enfermeras y cuando encuentro a una, le digo que estoy perdiendo sangre y tengo muchas contracciones. Buscan una silla de ruedas, me llevan a la habitación y llaman a una doctora, donde querían escuchar los latidos del corazón de mi hija. Les dije que por favor me hicieran la cesárea. “¡Saquen a mi hija, por favor”, les pedía. A todo esto, me trasladan de piso al centro obstétrico, me dicen que la cesárea estaba programada para las 8 de la mañana (eran aproximadamente las cinco de la madrugada) y seguía con dolores y contracciones. No podía más. En el piso no me encontraban las venas para inyectarme suero. Cuando se hizo la hora de la cesárea, lloraba del dolor. No sé cuántas inyecciones me pusieron. No daba más. Pedía por favor que sacaran a mi hija. En eso siento que me habían abierto y se habían llevado a mi hija. Tres veces pregunté “dónde está mi hija” y “cómo está”. No me respondían. Me ligan las trompas y después viene el médico de la neo y me dice que mi hija había muerto. Que le había agarrado un paro cardíaco y había tragado materia fecal. Llorando del dolor, les decía que mi hija debió haber nacido una semana antes. La podría tener en la incubadora, viva, pero no, hoy la enterré. Me tuvieron una semana.

“Yo tengo un hijo, de cuatro años, que nació el 14 de febrero del 2020, con el mismo problema: colestasis. En la Maternidad de San Vicente supieron saber a tiempo: me dijeron esa vez que si no bajaban los valores debían hacer una cesárea. Y entonces mi hijo Yael nació prematuro, pero nació con vida. Allí lo supieron salvar. A mi hijo lo tengo vivo, pero a mi hija no, porque en el Neonatal no actuaron como debían actuar”. 

Fernanda dice que cuando este medio dio a conocer su caso, muchas mamás del barrio la llamaron para coincidir en el supuesto maltrato vivido en el Neonatal, centro de la polémica por una causa judicial por muerte de niños, donde hay presa una enfermera. Este caso es distinto, pero el relato preciso de Fernanda conmueve y amerita una investigación para esclarecer por qué en el Neonatal no llevaron a cabo la cirugía que venía programada desde la Nueva Maternidad. Dejaron pasar una semana y la pequeña Umma fue extraída del útero de su mamá, muerta.   

 

 

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