“Uno sale de noche a trabajar a la guardia y ves gente que se junta, hace fiestas, qué nos pasa”

Es uno de los testimonios más crudos y conmovedores que hemos escuchado desde que empezamos esta serie de entrevistas con personal de salud de la zona sur que a diario la pelean contra el coronavirus en su trabajo. Evelin Fernández, de barrio Los Olmos Sur, trabaja hace más de una década en el hospital Misericordia como enfermera. El año pasado le tocó a su marido, también enfermero, estar en la línea de fuego contra el virus, y ahora también se sumó ella. Vale la pena, casi que es una obligación, escuchar los audios de esta entrevista, más allá de la lectura de la transcripción. Porque es en el relato oral, auditivo, donde el nervio de las palabras cobran vida, humanidad y conmueven por su musculatura. Después de escuchar a Evelin, la sensación que nos queda, es la de AGRADECIMIENTO por su labor y vocación infinita. Seguramente, ustedes sentirán lo mismo. 

 

Soy Evelin Fernández. Trabajo en el hospital Misericordia hace once años, mi esposo también es enfermero, el año pasado él estuvo en la primera línea de batalla, yo me quedé con mis tres niños.

“Trabajo en la guardia central y mi experiencia en esto ha sido dura, en lo humano y profesional, nos infectamos con mi familia en el mes de marzo, y gracias a Dios pudimos cursar la enfermedad de manera leve porque somos personas jóvenes

“La realidad hoy es otra porque vemos que este virus ya nos respeta rangos de edad. Este virus viene, viene y va con todo. Hay gente joven sin factores de riesgo que la la lucha pero se muere

“En la guardia central es fuerte el panorama y como enfermeros se sufre en lo humano y profesional. Porque como humano uno puede tener empatía y ponerse en el lugar de los familiares, llegar a una guardia y ver gente alrededor del hospital mirando por las ventanas hacia adentro, llorando, tratando de ver a su familiar, espiarlo, ver un poquito cómo la pelean, minuto a minuto por tener un poco de aire. Es horrible porque uno tiene que recibir la guardia y estar del otro lado de la ventana, y ver tanto dolor, es fuerte. Ya no son síntomas leves, cae gente fatigada con mucho dolor en el cuerpo, con esa sensación de asfixia, de necesitar aire, cómo este virus te hace bolsa los pulmones, es fuerte.

“Ver el personal de salud en general, sino todo lo que lo rodea, la labor de la gente de limpieza es muy valiosa, porque está ahí con nosotros trabajando a la par, y no hay tiempo porque hay otro afuera esperando, es trabajar sobre cama caliente, limpiar y tener que recibir a otro paciente, trabajar a mil para el paciente con asfixia cada segundo es vital y valioso. Es una labor desgastante.

“El personal médico que hace guardia las veinticuatro (…), justamente ver a los médicos no parar y no dormir toda la noche, un paciente detrás de otro, ver que falta una cama y acomodar otra para recibir al que está afuera, tener veinte pacientes adentro y diez o quince afuera esperando y rogando que no requiera de internación. Es duro, es algo que la gente no puede ver en toda su magnitud, porque por ahí escuchan un número en el noticiero pero si pudieran tener un panorama de lo que se vive adentro de un hospital, tomarían más conciencia y se cuidarían mucho más.

“Siempre hablamos con mi  esposo que nos sentimos más cuidados dentro de un hospital, donde sabemos que tenemos pacientes covid, con lo cual tenemos todos los elementos de protección personal, que afuera donde la gente quizá está con síntomas y subestima las cosas, los minimiza, y anda por la calle como si nada, ves fiestas clandestinas a metros de tu casa, uno sale de noche a trabajar para la guardia y ves gente que se junta,  hace fiestas, uno dice qué inconsciencia, qué falta de empatía, realmente te moviliza como argentina cómo estamos, qué le pasa a la sociedad que no entiende. Quizá porque justamente no pueden verlo, piensan que es una mentira del gobierno, que es para meter miedo. Pero la realidad es más cruel que lo que muestran los noticieros, el panorama es fuerte.

“Esto lo tenemos que pelear entre todos, no es la batalla del personal esencial, sino de todos contra un virus que no se ve y que hace estragos, y que no respeta rangos etarios, sexos, ya el hecho de no tener comorbilidades no te exceptúa de padecerla y que la pases mal. Pedirle a la sociedad que nos acompañe para poder ganarle a este virus. Y como creyente cada día me encomiendo a las manos de Dios y le pido misericordia para que esto pase.

“Y para agregar, como profesional muchas veces uno tiene que entrar a trabajar y hacer un bloqueo a tus emociones para poder pelear contra este virus. Porque uno es humano, tiene familia, tiene padres, tiene hijos, y creeme que cada vez que nos ponemos un barbijo, un mameluco, una bata o una escafandra, estamos cuidando al otro y lo estamos haciendo por el otro. Es muy pesado trabajar ocho horas con un doble barbijo, encima de todo una cofia que te aprieta las orejas, una escafranda que hace presión sobre la frente y pesa en la cabeza, y la sensación de asfixia… te hace bolsa, te causa cefalea, falta de aire y dolor en la cara, enrojecimiento, sequedad en la piel de tanto alcohol que nos ponemos. Es duro, pero creo que todo esfuerzo vale para ganarle a este virus”.

La foto principal fue enviada por Evelin, y se trata de uno de sus compañeros, inclinado con las manos contra la pared, extenuado por el trabajo. 

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