Le pegan un culatazo para robarle en la rotonda de la plaza de Villa El Libertador
M. caminaba por Río Negro en dirección al negocio de su padre en la avenida de Mayo al 1000.
Al llegar a la rotonda de la plaza central de Villa El Libertador, gira a la izquierda. Eran las 23 horas del viernes 6 de junio. La plaza ya estaba vallada, cerrada al tránsito, y con los gacebos sobre la calle para los puestos de la feria popular del sábado.
El joven de 20 años llevaba en su mano una horma de queso cremoso y una billetera con 30 mil pesos. “Nadie se la familia lleva el celular cuando nos movilizamos”, cuenta su padre Elio a La Décima, quien pidió reserva de su apellido y el nombre de su hijo por eventuales represalias.
De repente, de la oscuridad irrumpen dos malvivientes que sin mediar palabra le pegan un culatazo en la cabeza y le piden lo que lleva encima. “Dame lo que tenés”, lo amenazó uno mientras le apuntaba con un arma. M. le entregó la billetera y empezó a correr.
Elio cuenta ahora que esa medialuna, es decir el tramo de vereda entre la sucursal del banco de Córdoba y el supermercado “está totalmente a oscuras” por la falta de mantenimiento del alumbrado público municipal.
“Pero además -apunta, con visible malestar- los toldos que ponen los fines de semana para la feria obstruyen la visual de los domos policiales”. Y agrega: “Encima, la patrulla no puede ingresar porque la plaza está vallada”.
Dice que es un hecho cuanto menos “insólito” que los móviles no puedan ingresar a la plaza porque atenta contra la pretendida seguridad que se busca.
Refiere además que “la poca iluminación” nocturna en el sector donde su hijo fue asaltado, se ve entorpecida “por la sombra de los árboles”. De modo que “es una boca de lobo” el lugar, señala. Y, en este caso, fueron dos lobos sueltos los que aprovecharon la oscuridad para desplegar su violencia.
“No entiendo cómo funciona la seguridad en el barrio”, reflexiona este padre. “Cómo pueden vallar la plaza así, evitando el ingreso a los mismos móviles policiales ¡Es de locos!”.
Elio mantuvo el comercio, pero cuenta que hace “tres años” decidió mudar su hogar a otro barrio por la “hartante inseguridad”. Constante y sin tregua. Porque los delincuentes no dan tregua.
“Hace tres años me asaltaron en calle Bermejo y me dispararon tres veces para robarme, y cuando voy a efectuar la denuncia me dicen que lo mío fue un asalto y no un intento de asesinato”, cuenta. “Las leyes están hechas para los que delinquen”, agrega.
Elio propone revisar el funcionamiento de los domos de la plaza y replantear la continuidad del vallado por la imposibilidad de que la Policía pueda trabajar para combatir el accionar delictivo. Otras voces del barrio también vienen reclamando esta situación, sobre todo los usuarios del transporte aurbano que deben deambular por el barrio para dar con las paradas al no poder circular los colectivos por la rotonda de la plaza.
“Los fines de semana este barrio es tierra de nadie, un caos porque los infantes al mediodía se van y solo hay dos móviles dando vueltas”, cuenta Elio.